Cincuenta años de lucha por una educación propia*
“El
CRIC lucha entonces por la formación de maestros indígenas que
enseñen nuestras lenguas, nuestras verdades y conocimientos. Porque
el CRIC sabe que sólo desarrollándonos nosotros mismos,
en
la educación, en la economía, en lo comunitario y en la técnica, podremos
ganar nuestras luchas”
(CRIC,
1973)
Con las banderas de Manuel Quintín Lame como estandarte, el CRIC asumió una
agenda de lucha para la recuperación de los resguardos y cabildos, el no pago
de terraje, el conocimiento de las leyes de los indígenas y su aplicación; y la
defensa de la historia, la lengua y las costumbres indígenas. Nació entonces
una organización indígena con una tremenda vocación educadora, en el sentido
más amplio del término. Formó sus cuadros políticos, sus dirigentes y sus
maestros, en todo tipo de escenarios y con mecanismos diversos que incluyeron
la tradición oral, la educación popular, la movilización y la creación en 1974
de la prensa “Unidad Indígena”, cuyos archivos amarillentos y empolvados
contienen la memoria escrita de cada paso que fue dando este movimiento, hoy
referente mundial de luchas sociales. Para el naciente CRIC, la tarea de
“enseñar la legislación indígena”, se convirtió en eje de su proyecto de
formación política. Con el tiempo, esto conduciría a acciones definitivas en la
reivindicación de los derechos indígenas consignados en la Ley 89 de 1890 y el
decreto reglamentario 74 de 1898.
En el Congreso de Tacueyó celebrado en
septiembre de 1971 se redefinió esta agenda, cuya prioridad fue la formación de
profesores para “educar de acuerdo con la situación de los indígenas y en su
respectiva lengua”. En el marco del quinto congreso del CRIC, realizado en 1978 en el
resguardo de Coconuco se decidió “crear el Programa Educación Bilingüe, para
investigar y construir una propuesta indígena con autonomía”. Junto con las primeras recuperaciones de tierra,
inspiradas en el legado de Quintín Lame, comienza a germinarse un movimiento
pedagógico indígena que fundó escuelas, formó docentes y diseñó currículos. Un
caso inédito para una nación cuya educación oficial era católica, castellana y centralista.
En este trasegar por otra escuela, brilla la figura de Benjamín Dindicué, líder
asesinado en 1979, quien denunciara en los primeros congresos del CRIC el papel
nefasto de la iglesia misionera de Tierradentro y la urgencia de contar con
profesores bilingües de las propias comunidades que no estuvieran al servicio
del clero.
El CRIC tejió de manera tesonera la formación de
sus maestros y maestras al tiempo que creaba sus escuelas, de este modo se forjaron
los principios de su “pedagogía comunitaria”. Tal como lo recuerdan en un texto
escrito a muchas manos, “el mismo contexto de las escuelas - el ámbito cultural
de las comunidades, sus relaciones con la madre naturaleza, sus luchas y
procesos organizativos- fue constituyendo un ambiente educativo donde lo
comunitario era condición indispensable del modelo pedagógico que se buscaba y
donde la comunidad era la principal fuente de formación docente (¿Y qué pasaría
si la escuela?…..CRIC: 2004:55).
A pesar de la tremenda represión que sufrieron
los líderes y comuneros del CRIC, de los encarcelamientos, torturas, asesinatos
y persecuciones, su lucha crece y se radicaliza. A finales de los años setenta lograron
movilizar comunidades indígenas en más de cinco departamentos. A este panorama
se sumaban las denuncias internacionales realizadas en la Convención de
Barbados II en 1977, que referían las violentas acciones evangelizadoras de las
misiones católicas y protestantes entre pueblos nativos de varios continentes. En
medio de esta compleja coyuntura, el CRIC avanza en su política educativa y echa
mano de algunas normas nacionales que le son útiles para temas como el
nombramiento y la profesionalización de
sus docentes. A finales de los años ochenta el CRIC contaba con solvencia pedagógica,
cultural y política para desenvolverse como el mayor interlocutor con el
Ministerio de Educación Nacional MEN en materia de educación de los pueblos
indígenas. Desde entonces y hasta el día de hoy, en el marco de la Comisión Nacional de Trabajo y Concertación de la Educación Para los
Pueblos Indígenas (CONTCEPI), el CRIC es el
gran referente en este ámbito, por su experiencia y conocimiento, es tal vez,
el único movimiento social en Colombia que ha producido una política educativa
que trasciende las fronteras regionales y se convierte en referente para los
demás pueblos del país y el continente.
Desde los primeros años estuvo claro para el
CRIC que las lenguas indígenas y su riesgo de extinción eran resultado de
muchas causas, entre ellas el colonialismo interno que nos hace una nación
racista y clasista. Por esa razón, el derecho a la educación bilingüe estuvo
desde el comienzo en las deliberaciones de los masivos congresos del siglo XX.
Esta mirada trascendió en la tarea política de recuperar la lengua para
recuperarlo todo, el territorio, el pensamiento y la memoria ancestral. Gracias
al CRIC este Cauca diverso y disperso aprendió a reconocer ese lenguaje que
“piensa con el corazón”. Su trabajo a favor de la diversidad lingüística se
materializa en cientos de cartillas, cursos, libros, programas radiales,
podcast, canciones, prensa escrita y un tejido de comunicación intercultural
virtual, con los cuales se puso en práctica una política lingüística para
conocer, escuchar y revitalizar las lenguas nativas de los pueblos donde
pervive este patrimonio de la humanidad.
Las reformas multiculturales de los años noventa
dejaron algunas buenas enseñanzas sobre los límites políticos del
reconocimiento a la diversidad y eso explica las increíbles mingas realizadas
durante estas primeras décadas del siglo XXI, en las cuales el CRIC ha
reclamado en la carretera en medio de una brutal represión militar, hacer
efectivos los derechos de autonomía educativa consagrados en la Constitución de
1991 y sus reglamentaciones. Si bien se cuenta por ahora con algunos decretos
que han servido para fortalecer la política de educación propia, lo cierto es
que, sin un proceso de ordenamiento territorial legislado a favor de los
pueblos indígenas, la autonomía plena sigue pendiente.
El proceso educativo del CRIC ha dado lugar a grandes experiencias en otras regiones del país y ha permitido que el Cauca se convierta en referente obligado para comprender la construcción de modelos educativos al servicio de los pueblos y no del mercado. En su largo camino el CRIC fue avanzando en la gestación de su sistema de educación propia, que sostenido en los logros políticos-jurídicos de las grandes movilizaciones de este siglo dieron lugar a nuevos escenarios para la administración de recursos con los cuales se implementa su política educativa en la mayoría de territorios indígenas de la región, y para la configuración de la Universidad Autónoma Intercultural Indígena (UAIIN) que hace unos años recibió el reconocimiento como la primera universidad pública de carácter especial en Colombia. Fiel a su origen, la UAIIN es comunitaria, itinerante y gobernada por las autoridades. Adelanta programas interculturales en los campos del derecho, la economía, la pedagogía, la salud y la comunicación, en un modelo que junta a sabedores, profesionales y expertos académicos en su ejercicio de la minga de pensamiento y caminar la palabra. Su lucha está signada por el apoyo solidario y comprometido de muchas personas no indígenas, quienes desde diferentes orillas han asumido su causa política como propia. Este es otro aspecto relevante de esta historia, la interculturalidad que se ha construido en torno al proyecto educativo del CRIC es orgánica, prueba de ello es la extensa lista de colaboradores y asesores que en estos 50 años han acompañado sus proyectos. Podemos afirmar que el influjo de sus ideas en universidades, centros de investigación, organizaciones sociales, así como en la propia institucionalidad colombiana, ha sido evidente, pues el CRIC es un movimiento productor de saber sobre la sociedad contemporánea.
Festejamos estas cinco décadas de educación
propia en medio de una pandemia que nos intimida y ensombrece. El CRIC se
moviliza para defender la vida bajo una gran acción de Minga Hacia Adentro. La pedagogía comunitaria promueve acciones
políticas del cuidado comunitario y solidario en el territorio.
La pandemia cobra miles de víctimas entre los
más pobres y oprimidos de la tierra. La individualización de la existencia
avanza de modo feroz en esta nueva fase de acumulación capitalista. Mientras
tanto, el proyecto político del CRIC se fortalece para dar lecciones de
humanidad a un mundo que convirtió la educación en una mercancía.
Queremos una educación propia
que no sea como la oficial, que no nos deja pensar”
(CRIC, 1983:)
El proceso educativo del CRIC ha dado lugar a grandes experiencias en otras regiones del país y ha permitido que el Cauca se convierta en referente obligado para comprender la construcción de modelos educativos al servicio de los pueblos y no del mercado. En su largo camino el CRIC fue avanzando en la gestación de su sistema de educación propia, que sostenido en los logros políticos-jurídicos de las grandes movilizaciones de este siglo dieron lugar a nuevos escenarios para la administración de recursos con los cuales se implementa su política educativa en la mayoría de territorios indígenas de la región, y para la configuración de la Universidad Autónoma Intercultural Indígena (UAIIN) que hace unos años recibió el reconocimiento como la primera universidad pública de carácter especial en Colombia. Fiel a su origen, la UAIIN es comunitaria, itinerante y gobernada por las autoridades. Adelanta programas interculturales en los campos del derecho, la economía, la pedagogía, la salud y la comunicación, en un modelo que junta a sabedores, profesionales y expertos académicos en su ejercicio de la minga de pensamiento y caminar la palabra. Su lucha está signada por el apoyo solidario y comprometido de muchas personas no indígenas, quienes desde diferentes orillas han asumido su causa política como propia. Este es otro aspecto relevante de esta historia, la interculturalidad que se ha construido en torno al proyecto educativo del CRIC es orgánica, prueba de ello es la extensa lista de colaboradores y asesores que en estos 50 años han acompañado sus proyectos. Podemos afirmar que el influjo de sus ideas en universidades, centros de investigación, organizaciones sociales, así como en la propia institucionalidad colombiana, ha sido evidente, pues el CRIC es un movimiento productor de saber sobre la sociedad contemporánea.
(CRIC, 1983:)
https://elnuevoliberal.com/cincuenta-anos-de-lucha-por-una-educacion-propia/