El derrame de petróleo en los
océanos, la disminución forestal de la selva Amazónica, el deshielo de los
polos, la reducción de las áreas de páramo, el avance de la desertización en
casi todos los continentes, y las decenas de tragedias ambientales que ocurren
a diario a causa de las acciones humanas, constituyen un serio motivo para
reflexionar sobre el devenir de nuestra especie en el planeta. También los
graves problemas de desnutrición y obesidad infantil en muchas regiones del
mundo son resultado de una tremenda ecuación: somos lo que comemos. Algunos
consumen tantas calorías diarias que enferman poco a poco con lo que llevan a
su boca. Otros por el contrario, ingieren tan pocos alimentos que sus estómagos
llegan al punto de rechazar ciertos nutrientes. Miles de campesinos
resisten la guerra desigual que les han
declarado los señores de los transgénicos que llenan los supermercados con
arroz y aceite de soya a bajo precio. Sabemos que la crisis llegó a casa después
de dos largos siglos de explotación desmedida del prójimo y de la
naturaleza.
Particularmente Colombia y
algunos países del continente americano cuentan al interior de sus naciones con
una increíble riqueza de conocimientos y saberes culturales sobre nuestro
entorno, que de ser respetados y atendidos, seguramente podrían darnos
respuestas para comprender que hacer ante este lamentable estado de cosas en
que nos encontramos.
Desde la Tierra del Fuego hasta los límites con Alaska, muchos
de los pueblos originarios, campesinos y afrodescendientes aun hoy todavía
realizan prácticas inteligentes y equilibradas para conseguir el alimento
cotidiano, poner leños en las hornillas domésticas, pescar y cazar en baja
escala, cuidar su salud y cosechar para la venta local. Aunque estas formas de
vida han sido condenadas a desaparecer por la pluma endiosada de los grandes
economistas, o han sido satanizadas por los promotores del desarrollo de los
“subdesarrollados”, lo cierto es que a pesar de todo esto, siguen vigentes y enseñando
mucho sobre lo que debería hacerse para revertir las hambrunas y muertes que la
fiebre del mercado global ha producido a lo largo y ancho de lo que conocemos
como nuestra Tierra.
En el 2006 el grupo Diverser de la Universidad de Antioquia
decidió abrir sus sentidos a estas llamadas provenientes del mundo de los
sabedores y las salvaguardas que habitan en las comunidades indígenas de varios
departamentos del país, y se dieron a la tarea de construir colectivamente con
la Organización Indígena de Antioquia –OIA-, el primer programa universitario
bajo el enfoque de la defensa de la Madre Tierra y en sintonía con los planes
de vida de los pueblos indígenas. Se trata de una licenciatura que forma
maestros y maestras en esta pedagogía del cuidado y la convivencia, con un plan
de estudios en el cual dialogan las
disciplinas occidentales científicas y las cosmovisiones de los pueblos
originarios. Su modelo escolar transcurre en encuentros comunitarios en la ciudadela universitaria de Medellín y en
los territorios de los pueblos. La idea de
esta Licenciatura surgió ante la necesidad de preparar educadores y educadoras
indígenas para la formación escolar de las nuevas generaciones en un momento en
el que la vida actual de los pueblos requiere de una existencia y convivencia
digna. Con este convencimiento iniciaron clases en el 2009 y cuatro años
después graduaron al primer grupo de 67
egresados indígenas provenientes de las
etnias de Antioquia, Cauca, Chocó, Sucre y Guajira.
En palabras de Abadio Green Stocel,
docente Kuna Tule, se trata de comprender “que
todos los pueblos indígenas de la tierra, todos, absolutamente todos, decimos
que la tierra es nuestra madre, que todos los seres que habitamos somos sus
hijas e hijos, porque dependemos de ella en cada instante de nuestras vidas,
porque la estructura de nuestro cuerpo es igual al de la tierra. Nuestro
hígado, nuestros pulmones, nuestros huesos, la sangre que corre por nuestras
venas son iguales a las quebradas, a las montañas, a los diferentes ecosistemas
que hay en la madre tierra…”
A los terrenos de la educación
superior ha llegado el debate de la Madre Tierra y sería provechoso que el
conjunto del sistema educativo colombiano se dispusiera un poco para aprender
de este nuevo capítulo que se escribe a varias manos, entre diversas culturas y en varias lenguas.
http://www.elpueblo.com.co/elnuevoliberal/la-pedagogia-de-la-madre-tierra/
http://www.faceducacion.org/madretierra/