Cuando la expansión cañera comenzó sus estragos en el norte del Cauca, por
allá a finales de los años ochenta del siglo pasado, muchas familias de
comunidades negras deslumbradas por el espejismo del “progreso” en Cali, vendieron
sus tierras a los ingenios y perdieron el sustento de la agricultura. Poco a
poco cientos de ellos y ellas terminaron como corteros en lo que fueran sus
antiguos sembríos de plátano y cacao, o como domésticas en la gran ciudad. Esta
situación produjo dramáticos cambios en las formas de vida de las poblaciones
circundantes a la “mancha verde”. Los
núcleos familiares se desarticulaban con la migración producida por el cambio
en la economía campesina, y muchas mujeres ya no podían asumir las tareas del
cuidado y crianza de sus hijos, pues se habían convertido en mano de obra del
norte del Cauca. Tampoco se contaba con una oferta institucional que atendiera
las necesidades de protección y educación de menores de cinco años que no
estaban en edad de asistir a la escuela.
Ante este crudo panorama el grupo comunitario de La Balsa en el municipio
de Buenos Aires- Cauca, decidió crear la Asociación
Casita de Niños para cuidar y educar
sus infantes de acuerdo a la cultura afronortecaucana. Este proceso inició con las uñas, como todo
lo grandioso que se ha construido en esta región, y logró sostenerse y crecer
paso a paso a tal punto que hoy en día es considerada una experiencia pionera
en materia de educación inicial y de etnoeducación afrocolombiana. En el año
2007 el grupo de fundadores recibió el Premio Alejandro Angel Escobar en la
nominación de Solidaridad por el ejemplar proceso adelantado en pro de los
derechos de la infancia afrocolombiana. Se trata de una experiencia que se
alimenta de los saberes y prácticas de crianza que estas comunidades preservan
de su herencia africana, así como de sus procesos de intercambio cultural. Sus maestras son egresadas de la Casita que hoy en día recuerdan con
profunda gratitud las lecciones de vida que recibieron cuando eran apenas unas
chiquillas.
La Casita de Niños es una casa
abierta, sencilla y muy parecida a las de las familias de la zona, donde los
niños y las niñas aprenden de las plantas que curan el dolor de cabeza, de las
historias de los abuelos que los visitan a diario y de la siembra del
plátano. Allí reina el mundo de la
infancia y la cultura afro de la comunidad,
se bailan las fugas y se oyen los violines antiguos interpretados por
los mayores.
En diciembre del 2014 Casita de Niños
cumplió tres décadas de existencia. Treinta años equivalentes a varias decenas
de generaciones de profesionales, líderes y docentes que pasaron por este
camino en el cual forjaron su sentido de pertenencia, identidad y aprecio
comunitario.
Los expertos en estos temas insisten que la educación durante los primeros
años de vida es el pilar de todo el proceso de escolarización que viene luego.
Es en esta etapa, según sus opiniones, cuando se aprende a vivir con los otros y con
uno mismo, es decir se adquiere la
esencia de lo moral y lo social.
La comunidad de La Balsa entendió muy bien que educar a los más pequeños es
una labor trascendental que no se puede delegar en extraños y que debe hacerse
de acuerdo con la cultura a la cual pertenecen los niños y las niñas. Ahora que
ha pasado suficiente tiempo de poner en práctica esta sencilla y profunda
convicción, Casita de Niños tiene
mucho que enseñarle a una sociedad que tiene cuentas pendientes en materia de derechos
de primera infancia.
Leer más:
http://www.elpueblo.com.co/elnuevoliberal/casita-de-ninos-educacion-para-la-vida/
http://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/PYS/article/view/782
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