En El Credo no había escuela,
ni colegio, ni dada. Al igual que en muchas otras comunidades indígenas del
norte del Cauca, la educación de los niños y las niñas no era un problema del
estado, al menos así lo parecía. Fue entonces que la comunidad y su cabildo crearon
su propia escuela. Este proceso recibió el apoyo del Consejo Regional Indígena
del Cauca, organización concebida en la vereda El Credo a finales del 70 y fundada
formalmente en Toribío en 1971 en el marco de una asamblea que dio a conocer al
país unos derechos que andaban embolatados desde el siglo XIX. El Credo es
también el territorio donde se realizó la primera recuperación de tierras del
resguardo de Huellas, Caloto.
En El Credo lograron la
educación media cuando en el 2008 su escuela se convirtió en la Institución
Agropecuaria Etnoeducativa, gracias al
trabajo pedagógico de sus maestros y a la gestión del CRIC. A finales del 2012 se
graduaron sus primeros bachilleres, vestidos de capisayo y sombrero de caña encintado
de verde y rojo.
Fue una emotiva ceremonia
encabezada por el Cabildo y ofrecida como tributo a la memoria de Maryi Vanessa
Coicue Coicue, una estudiante de 11 años de edad quién falleció víctima de una
bomba detonada en medio de enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército el
16 de septiembre del 2011.
Los primeros bachilleres de la
comunidad del Credo representan la recompensa a una larga batalla cuyos logros
fueron posibles a pesar de algunas autoridades educativas que no veían con
buenos ojos que los indígenas orientaran sus procesos escolares y formaran sus
maestros. En la memoria de muchos docentes y líderes, reposan recuerdos de
jefes de núcleo y funcionarios que rechazaban cualquier idea educativa
proveniente del CRIC o de los cabildos, y que hicieron más difícil la creación
de la educación propia en algunos resguardos. Sin embargo, a fuerza de trabajo
cotidiano en las aulas, en las parcelas y en el Cabildo, comunidades como El
Credo han podido sacar adelante su idea de una educación que sirva para un
mejor vivir.
Desde su fundación en 1971, el
CRIC es un protagonista de primera línea de la historia del suroccidente
colombiano, dados los importantes acontecimientos que ha producido en materia
educativa, territorial y de derechos para las comunidades indígenas. Desde entonces, y durante más de 40 años, líderes, maestras, docentes, comuneros y
colaboradores no indígenas, han pagado con su vida el costo de trabajar con el
CRIC, pues primero con la represión y luego con el conflicto armado, la
violencia ha acosado siempre los territorios de este movimiento indígena.
El 2 de septiembre de 2014 fue
asesinado el profesor Joaquín Gómez Muñoz quien orientaba pensamiento matemático en la institución
educativa del Credo. De nuevo se enlutó esta comunidad cuyo nombre hace honor a
su capacidad de seguir construyendo en medio de la guerra que los acorrala
desde hace décadas y les arrebata la vida.
El trabajo colectivo y
permanente de la comunidad del Credo, sus maestros, su cabildo y sus mayores
son un ejemplo de historia política y educativa, por la cual el Consejo
Regional Indígena del Cauca se hizo merecedor en el 2014 del Premio
Nacional de Derechos Humanos a Toda Una Vida.
Son cuatro largas décadas siguiendo los pasos y el
camino forjado por don Manuel Quintín Lame, ese intelectual nasa de los años
veinte quien dejó una lección dignificadora y ancestral sobre la lucha
política, que el CRIC y sus comunidades supieron recoger y llevar al terreno de
los derechos de los pueblos indígenas.
http://www.elpueblo.com.co/elnuevoliberal/el-luto-del-credo/
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