A finales del siglo XIX
Manuel Saturio Valencia Mena era en Popayán, el primer hombre negro que
estudiaba leyes en la Universidad del Cauca. Había nacido el 24 de diciembre de
1867 en una gloriosa Quibdó reconocida por el comercio del oro y por la pobreza
de su gente negra. A pesar de las difíciles circunstancias que vivió, Saturio fue
un niño que aprendió con los capuchinos el latín y el francés, y fue tan aventajado
aprendiz, que recibió apoyo de los religiosos para realizar sus estudios
superiores a muchas horas de su natal Chocó.
Valencia regresa a su tierra para
ejercer como personero, juez de rentas y ejecuciones fiscales, y juez penal. Según sus biógrafos, fue el
primer hombre negro en América en ser nombrado para estas funciones públicas. Estuvo como muchos
jóvenes de su tiempo en la guerra de los Mil Días, donde obtuvo el grado de capitán
en las tropas gobiernistas conservadoras y aprendió sobre política y
partidismo.
Poeta del Atrato, Manuel
Saturio fue un gran autodidacta, cultivador de la música y los cantos en las
escuelas. Es considerado como el primer literato negro del Chocó, pero debido
al racismo de la época, muchos de sus escritos quedaron inéditos en el silencio
de una sociedad que hasta hacía pocos años había vivido y rentado del comercio
de esclavizados.
La historia de Manuel
Saturio está llena de eventos dramáticos y dolorosos, y el final de sus días
tiene como telón de fondo pasiones de amor y odio racial que terminaron con su
fusilamiento hace 108 años.
Valencia enamoró y
embarazó a Deyanira Castro, una joven blanca hija de un importante líder
liberal. Esta aventura terminó en una tremenda venganza por parte de la familia
asaltada en su dignididad de raza y noble apellido. En la madrugada del primero
de mayo de 1907 Manuel Saturio embriagado y sin conciencia de lo que sucedía,
fue inculpado del incendio ocurrido en el centro de la ciudad. Su cinturón y
una bola de trapo con restos de petróleo fueron la evidencia para incriminarlo
por atentar contra la notable sociedad quibdoseña. La Constitución de 1886 condenaba
con pena de muerte a los incendiarios. En seis días y cinco noches lo
enjuiciaron y lo condenaron. Su delito era “imperdonable”, había atentado
contra las familias de élite que habitaban la famosa carrera primera, cuyos
andenes estaban destinados a la exclusividad genética de la blanquitud.
En
este largo siglo que corre desde su fusilamiento, se han escrito novelas,
poemas, ensayos, artículos y un guión para teatro que en el año 2011 hizo su
solitario debut en la ciudad de Popayán, en el extinto Teatro Bolívar, bajo la dirección de Eugenio Gómez, una treintena de actores y actrices del Chocó
y con el nombre de “Amangualados”.
Verdad
y mito, Manuel Saturio Valencia Mena constituye el ícono de una tradición
literaria y oral que merece un lugar de reconocimiento, pues sólo hombres de su
talla producen tanto interés literario e histórico sobre los sucesos de su
existencia.
Cuatro
notables novelas de la mano de tres escritores y una escritora afrocolombiana:
“La Palizada” de Miguel A. Caicedo (1952), “Memorias del Odio” de Rogerio
Velásquez Murillo (1953), “Mi Cristo Negro” de María Teresa Martínez (1983) y “El
fusilamiento del diablo” de Manuel Zapata Olivella (1986). Cientos de ensayos
entre los cuales sobresalen: “Manuel Saturio Valencia: El hombre”, Miguel A.
Caicedo (1992), “Héroes y políticos: Quibdó desde 1900”, Peter Wade (1997) y
“Violencia y Resistencia: una perspectiva de la literatura afrocolombiana” de
Marvín A. Lewis (1987), y “A cien años
del fusilamiento de Manuel Saturio” de César E. Rivas Lara (2007), hacen parte
de una notable antología que incluye muchas más obras.
Según
la tradición oral chocoana, el poeta fusilado nos dejó en sus versos, razones
poderosas para luchar contra el racismo:
“A yo que soy inorante
me precisa preguntá
si el coló blanco es virtú
pa yo mandame blanquiá…
Pregunto al hombre leal
porque saber me precisa
¿si el negro no se bautiza
en la pila bautismal?
Si hay otro má principal
má patras o má palante
má bonita o má brillante
donde bautizan al blanco,
me darán un punto franco
a yo que soy inorante”
me precisa preguntá
si el coló blanco es virtú
pa yo mandame blanquiá…
Pregunto al hombre leal
porque saber me precisa
¿si el negro no se bautiza
en la pila bautismal?
Si hay otro má principal
má patras o má palante
má bonita o má brillante
donde bautizan al blanco,
me darán un punto franco
a yo que soy inorante”
http://www.elpueblo.com.co/elnuevoliberal/el-fusilamiento-del-poeta/
Muy bien, el hombre, el mito, nadie reivindica su lucha y su nombre
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