lunes, 26 de agosto de 2024

Tras los pasos de las Poetas-Alma


Hace una década visité por primera vez el Encuentro de Poetas Colombianas que se realiza en Roldanillo al norte del Valle del Cauca, en la sede del Museo Rayo. 

En esta ocasión conocimos a la poeta Nery Helena Beca Masaguallí cuya palabra zarandea las entrañas del sur ancestral. Escuchamos los ecos del puerto calcinado de Andrea Cote. Celebramos el reconocimiento a Marga López, la maga de Otraparte. De la mano de Mary Grueso Romero, recorrimos cuarenta años de historia intelectual de mujeres valientes y sensibles cuyo continente poético ilumina las grietas de esta agobiada nación. 

Vuelvo a revisar con emoción los renglones trazados en 2014 cuando por pimera vez pisé las calles de este carnaval de la palabra y la vida

La semana de las poetas-alma (julio 17 de 2014)

El Encuentro de Poetas Colombianas es la gran obra de arte de Águeda Pizarro, quien convocó y anidó desde 1984 en Roldanillo, un territorio para las escritoras de este país. Una verdadera hazaña en una sociedad con cuentas pendientes en materia literaria con las mujeres. Algunos estudios descubrieron una larga historia de discriminación sexista, que durante mucho tiempo hizo creer que la escritura era un privilegio masculino y redujo a las mujeres al género epistolar y de diarios personales. Amén de las poetas místicas del siglo XVI, muchas no fueron incluidas en las antologías oficiales y fueron las grandes ausentes en los pensum de literatura impartidos en los centros escolares. A no ser, por los privilegiados círculos intelectuales, políticos y universitarios, así como por el aporte de exclusivas escuelas de literatura en Colombia, es indudable que las poetas han visto más la sombra que la luz del reconocimiento social.

Afortunadamente la fuerza y la inteligencia de escritoras, artistas y gestoras de la cultura fueron trazando esta escultura de la poesía que cada año se festeja en el norte del Valle y que ha inventado sus propios rituales y homenajes que sirven de telón de fondo a los cientos de asistentes que anualmente se apoderan del parque, las calles, los andenes y las lunas que rodean el evento. Y en el centro de esta apuesta Águeda abraza la ilusión de las más jóvenes y la sabiduría de las mayoras.   

Toda esta semana de julio la poesía anda de fiesta en Roldanillo. Celebran tres décadas de este maravilloso encuentro de país-mujer, donde el amor y la soledad se convierten en motivos literarios para conversarse y para llorar de emoción.   

Cada poeta invitada rinde tributo durante doce minutos con su palabra escrita y declamada a los grandes asuntos de la vida. En una infatigable ronda de siete días, las mujeres comparten sus metáforas sobre las celebraciones y  los duelos. Trasnochan y amanecen transpirando poesía. 

Solemnes, bohemias e irreverentes; abuelas, viudas y solteras; despechadas, huérfanas y enamoradas; escritoras famosas y anónimas; ilustradas, silvestre e intuitivas, todas juntas como un pedacito de esta nación diversa y dispersa, convertida en mujer poeta. De la montaña y el mangle, de los ríos y de los valles, amantes del rock y del bolero, soñadoras y escépticas de la política, feministas y clásicas de la provincia, cada mujer poeta que acude a este encuentro, marca de modo irreversible ese mural literario que durante treinta años se ha tejido con sus versos y sus cantos, mientras pasan la guerra, los anhelos de paz, el cambio de milenio, la constitución política del 91, los nuevos-viejos presidentes, los mundiales de fútbol y todo eso que se llama la historia de una nación.

La obra de estas poetas-alma  es como un archivo emocional de nuestra historia, la memoria densa de cómo se siente y cómo se tramita la vida cuando se es mujer en una sociedad como la colombiana. Son poemas que contienen un “nosotros” conflictivo y profundo sobre la familia, la pareja, la patria, el cuerpo, la  raza, la sexualidad, al desventura, el amor y la religión. Un nosotros que proviene de la sensibilidad de ser madre, maestra, artesana, intelectual, militante, creyente, atea, obrera, amante y todas las anteriores.    

Las fundadoras –incluida el alma de Rayo- inventaron la  manera de “nombrar” a las mujeres y su poesía, según sus pasiones, sus estilos, sus evocaciones y la edad de sus renglones. Surgieron así, las “Almadres” donde se juntan las nodrizas de esta gesta literaria, Meira del Mar, Matilde Espinosa, Dora Castellanos, Maruja Vieira, Mariela del Nilo, Olga Elena Mattei, Beatriz Castelblanco y Marga López por ejemplo. También surgieron las “Almanegras”, con escritoras del litoral Pacífico como Mary Grueso, y como Elcina Valencia y Lucrecia Panchano; y María Teresa Ramírez del norte del Cauca . 

 Todas ellas durante siete días de júbilo poético… 

 ! Hay que verlas para saber porqué son ellas las poetas alma de este país ¡